El silencio antes del huracán

En Buenos Aires, una ciudad llena de historia y pasión por el fútbol, corrían rumores sobre el que podría ser el último acto oficial de Lionel Messi ante su público. El Monumental esperaba ser testigo de una noche memorable: Argentina enfrentarían a Venezuela en la penúltima fecha de las Eliminatorias al Mundial 2026.

A sus 38 años, con una carrera ya legendaria, Messi despertaba sentimientos encontrados. El público sabía que quizá no volvería a ver al “10” en acción oficial en su país. Necesitaba descansar, decían los médicos y el cuerpo técnico; las lesiones sufridas en el Inter Miami lo habían mermado. Lionel Scaloni decidió que se ausentara del partido siguiente en Guayaquil, pero ese día en casa… todo estaba en juego

El poder de la emoción

La noche pintaba de nostalgia y esperanza. En las gradas, 87,000 almas agitaban banderas y cánticos mientras el aire se llenaba de expectación. Allí estaba, al centro del campo, acompañado por sus tres hijos, con los ojos latiendo de emoción al escuchar la ovación atronadora

Messi, con la camiseta albiceleste, respiró profundo y se transformó una vez más en el corazón de un país entero. Un sentimiento antiguo, lleno de victoria y despedida, se fundió con el presente.

Dos gestos que hablan más que mil palabras

El partido comenzó con intensidad. Messi encontró su lugar en el campo como si el tiempo no hubiese pasado, y en los minutos 38 y 79 marcó dos goles espléndidos que sellaron la goleada 3‑0. Entre medias, Lautaro Martínez puso el segundo tanto al 75’

La afición estalló. El Monumental rugió con cada grito, cada llanto contenido. En ese instante, parecía que el césped se convertía en altar: el lugar donde un ídolo se despedía, no con anuncio directo, pero con un legado indestructible.

Reflexiones de un gigante en despedida

Al término del partido, Messi, visiblemente emocionado, reconoció que sabía que su momento acercaba el final. Dijo que el estadio había sido siempre fuente de alegría: “Poder terminar de esta manera acá es lo que siempre soñé… con mi gente”

Sobre su futuro, fue honesto: siente que físicamente ya no puede garantizar estar al nivel. “Lo más lógico es que no llegue” al Mundial 2026, admitió. Tomará decisiones según cómo se sienta, priorizando disfrutar del juego

El legado grabado en el alma del pueblo

Lo que Messi hizo esa noche fue más allá de dos goles. Fue un acto de amor, de gratitud, de cierre de ciclo. No fue una despedida solemne, pero sí emocional, profunda, casi ritual.

Ese gesto quedará en la memoria colectiva argentina y mundial: un héroe que, sin entradas ni dinero, honró su país con talento, emoción y humildad.

Resumen de los momentos clave:

Ambiente de despedida: Messi probablemente jugó su último partido oficial en Argentina, ante 87,000 personas que vibraron con su presencia

Dos goles decisivos: Anotó en el minuto 38 y 79, mientras Argentina ganó 3‑0 frente a Venezuela

Dudas sobre el futuro: Reconoció que, por su condición física y edad, es poco probable que llegue al Mundial 2026; priorizará su bienestar emocional y físico