Era una tarde tranquila en Miami. El sol caía suave sobre la ciudad, y Lionel Messi se preparaba para una entrevista diferente. Esta vez no iba a hablar de fútbol, ni de goles, ni de títulos. Esta vez, iba a hablar como padre.

Sentado en un sillón blanco, con una taza de mate entre las manos, el capitán del Inter Miami tenía la mirada serena pero firme. A su lado, en una mesita de madera clara, un cuaderno con dibujos infantiles descansaba abierto. Eran garabatos de su hijo menor, Ciro.

—“Hoy no vengo a hablar de la pelota. Vengo a hablar de lo que más me importa”, dijo Leo, mirando a cámara.

Y así empezó a contarse una historia que no muchos conocían. Una historia que no tenía que ver con estadios, sino con pantallas.

 Las redes y Thiago

Thiago Messi, el hijo mayor de Lionel y Antonela, cumplió 11 años en 2023. Como cualquier chico de su edad, quiere tener redes sociales, ver videos, jugar en línea, subir fotos y seguir a sus ídolos. Tiene amigos que ya están en TikTok, algunos con miles de seguidores. Otros publican su día a día en Instagram, e incluso crean contenido en YouTube.

Pero en la casa de los Messi, hay una regla inquebrantable:
“Ninguno de mis hijos puede tener redes sociales hasta que esté preparado para lo que eso significa.”

Y no es una regla impuesta con gritos o castigos. Es una decisión que nació del miedo, del dolor y de una experiencia personal muy profunda.

 “Yo vi lo que hacen con los chicos”

Durante la entrevista, Messi explicó con palabras sencillas pero muy poderosas:

“Yo tengo 37 años, soy una persona adulta, y a veces no puedo soportar lo que se dice de mí en redes. No me imagino lo que le haría eso a un nene.”

Contó que ha visto casos de niños famosos o hijos de famosos que fueron atacados con comentarios crueles, memes, burlas y comparaciones.

—“A veces los muestran jugando al fútbol o bailando, y en vez de celebrar, la gente se ríe, los insulta, los compara conmigo… y son chicos. ¡Chicos! No tienen por qué cargar con eso.”

Leo recuerda una vez que vio un video donde se burlaban de un niño que intentaba jugar al fútbol con el número 10 en la espalda.

—“Decían que era ‘un Messi malo’. Que ‘no servía ni para hijo de Leo’. Y ese chico… tenía 9 años.”

Y esa frase le quedó grabada.

El día que Antonela lloró

Una tarde, hace unos años, Antonela encontró a Thiago llorando solo en su habitación. Había estado viendo videos de YouTube, donde algunos creadores analizaban “el rendimiento” de hijos de futbolistas en categorías infantiles.

En uno de esos clips, alguien había dicho:

“Si este es el heredero de Messi, que venga otro.”

Thiago no entendía por qué alguien que no lo conocía lo juzgaba. No había pedido ser “el hijo de”. Solo quería jugar y divertirse.

Esa noche, Antonela lloró. Y Leo, con el corazón roto, tomó una decisión:

—“Hasta que ellos no tengan la madurez suficiente para entender que ese mundo no es real, no van a estar ahí. No voy a exponerlos. No voy a dejarlos solos ante eso.”

 El impacto real de los comentarios virtuales

Messi, más allá de su fama, es un padre profundamente involucrado en la vida de sus hijos. Y en su discurso, queda claro que no es un rechazo a la tecnología, sino una protección emocional.

—“Las redes pueden ser un lugar hermoso. Pero también pueden ser un infierno. Y mis hijos no están listos para caminar ahí solos.”

Además, reflexionó sobre cómo las redes alteran la autoestima de los jóvenes:

“Ves chicos que viven pendientes de cuántos likes tienen, de si les comentaron, de si son virales… Y si no lo logran, se sienten menos. Se frustran. Se deprimen.”

Messi aseguró que, como padre, su deber es cuidar la salud emocional de sus hijos mucho antes que pensar en si son populares o si se “integran”.

 Una infancia sin filtros

“Quiero que mis hijos vivan una infancia de verdad”, dijo Leo.

Para él, eso significa:

Jugar en la calle.

Pelearse por quién se baña primero.

Caerse en bicicleta.

Hacer castillos con almohadas.

Comer helado sin sacarle una foto.

 

 

Llorar sin que nadie grabe.

Reír sin esperar que se haga viral.

“Ellos tienen derecho a vivir sin ser personajes.”

Y agregó algo que muchos padres olvidan:

—“Cuando un niño se vuelve contenido, pierde algo de su niñez. Y yo no quiero eso para ellos.”

 ¿Y qué hay de las fotos en redes?

Muchos se preguntan por qué, si no los deja tener redes, sí aparecen en las cuentas de Antonela o en algunas imágenes del club.

Messi lo explicó con claridad:

—“No es que los escondamos. Pero elegimos cuándo, cómo y para qué. No queremos que se convierta en un show.”

Cada foto familiar, cada video de un cumpleaños, está pensado con cuidado. Porque, como dijo Antonela en una ocasión: “Una vez que se sube, ya no hay vuelta atrás.”

 El diálogo constante

Messi y Antonela tienen algo claro: la prohibición sin explicación no educa. Por eso, con Thiago, Mateo y Ciro, hablan mucho sobre el mundo digital, sobre lo bueno y lo malo.

—“A Thiago le explicamos que no es que no confiemos en él. Es que no confiamos en todos los demás.”

Mateo, el más rebelde y carismático, ya ha preguntado varias veces: “¿Y por qué no puedo tener mi canal de YouTube si soy gracioso?”

Leo se ríe cuando lo cuenta.

—“Lo es. Es tremendo. Pero todavía no. Todo llega a su tiempo.”

 “Ser padre es más difícil que ser Messi”

En un momento de la entrevista, el periodista le preguntó si era más difícil jugar una final del mundo o criar hijos en esta era digital.

Leo no dudó:

—“Ser padre. Porque acá no hay repetición. No hay VAR. Lo que haces mal, queda.”

Y concluyó con una frase que se volvió viral esa misma noche:

“Yo puedo fallar un penal y levantarme. Pero si fallo como papá… eso no se arregla fácil.”

 Un mensaje que tocó al mundo

Las palabras de Messi se compartieron en millones de cuentas. Padres, educadores, psicólogos y fans aplaudieron su postura. No como futbolista, sino como hombre, como ser humano, como padre consciente.

Y en medio de un mundo donde la sobreexposición infantil se ha vuelto la norma, Messi decidió elegir lo contrario: proteger, cuidar, esperar.

 Porque al final…

… no importa cuántos goles metas, ni cuántos títulos levantes.
Si al llegar a casa, tus hijos no se sienten seguros, nada vale la pena.

Y Messi lo entendió antes que muchos.