Los carteles que encendieron la chispa

Todo empezó con unos carteles aparecidos en Málaga, en el año 2021: cientos de imágenes con la fotografía de Antonio David Flores acompañadas de la palabra «maltratador». Marta Riesco fue una de las primeras en difundir esa versión en El programa de Ana Rosa. Ella aseguraba que la prensa local había colgado esos carteles y que ella misma lo había visto. Pero había algo más: en ese momento, ya existía un vínculo sentimental entre ella y Antonio David, aunque no se había hecho público.

María Patiño, en su programa Socialité, trató ese asunto con distancia crítica: cuestionó si realmente había habido tantos carteles; incluso propuso que el propio Flores podría estar detrás del asunto como estrategia para victimizarse. Sus comentarios encendieron la alarma del exguardia civil, que vio herido su honor, y lo llevó a presentar una querella por injurias y calumnias contra Patiño, exigiendo una fuerte indemnización.

Para reforzar la demanda, los jueces ordenaron una medida cautelar: 120.000 euros de fianza fueron retenidos de los bienes de María Patiño. Era como si ya anticiparan que algo grave había ocurrido.

Pero ese fue sólo el inicio. Porque cuando la tinta salpicó ese caso, emergió otro roce que atravesaba dos mujeres del mismo medio: María Patiño y Marta Riesco.

Si entre mujeres hay fuego…

La tensión mediática creció hasta hacer de sus palabras dagas. En el programa Ni que fuéramos shhh, María Patiño confrontó directamente a Marta Riesco y llegó a decirle:

«Es absolutamente mentira y es muy grave dar a entender que yo quiero que una persona testifique a mi favor mintiendo, aprovechándome de una ruptura… Me parece un atrevimiento por tu parte.»

Riesco, por su parte, acusó a Patiño de intentar manipularla, de usar su ruptura con Antonio David para forzar testigos contra él. Y así nació esa guerra de palabras entre ambas: acusaciones de mentiras, reproches por manipulación, desplantes contra la ética profesional.

La frase más dura de Patiño fue cuando, en directo, le espetó:

¡Eres una manipuladora!”

La prensa lo llamó “bronca de altura”. Era la expresión pública de algo que ya hervía en privado: rivalidades profesionales, inseguridades frente al escarnio mediático, egos que se rozan y se confrontan bajo la mirada del público.

Enredados con Lequio

Pero la tormenta no se detuvo entre esos tres nombres. Marta Riesco también cruzó armas con Alessandro Lequio. En una intervención en televisión, ella dejó caer que le pondría una demanda por llamarla “amante” y por no retirarse de esa etiqueta que le afectaba profesionalmente.

Lequio, columnista con amplia presencia mediática, no suele retroceder ante acusaciones de ese tipo. El choque entre ambos se tornó inevitable: una demanda contra un personaje público con tradición de columnas punzantes, y una mujer que reclama derecho a no ser reducida a un estereotipo. Esa es otra línea de fuego en esta trama de demandas cruzadas.

La victoria provisional de Patiño

Tras meses de litigios, la justicia dictó un giro favorable para Patiño: fue absuelta en primera instancia de los cargos de injurias y calumnias interpuestos por Antonio David. La jueza consideró que ni la presentadora ni el programa Socialité eran responsables de la percepción social de la figura del exguardia civil, pues esa imagen venía de hechos previos contados en otras fuentes.

Además, el juzgado ordenó que los 120.000 euros que habían retenido como fianza fueran devueltos a María. Para ella, fue un alivio: “Estoy muy contenta porque me han devuelto los 120 000 euros que me habían retenido”, dijo en su programa.

Pero ojo: esa decisión aún no es definitiva. Antonio David puede recurrir. La batalla legal todavía no está ganada del todo.

Mientras tanto, Patiño no oculta su satisfacción pública: retener esa fianza fue, según ella, “un error judicial”. Y en sus programas no pierde oportunidad de lanzar mensajes de advertencia: “Léetelo bien: la veracidad, y sobre todo la rectificación”, les dice a quienes la acusan.

Vientos cruzados y reputaciones en juego

¿Qué sucede cuando una disputa mediática se convierte en un escándalo legal? Que cada declaración puede pesar como un puño. Que cada silencio puede ser interpretado como culpabilidad o cobardía. Que, en el mundo del corazón y las tertulias, la línea entre víctima y agresora se vuelve borrosa.

Marta Riesco defiende que ella ha sido víctima del linchamiento mediático: “Soy la víctima porque me enamoré de la persona más criticada y acusada” dijo en una intervención. Y reclamó frente a Patiño: “No voy a consentir un machaque de este tipo”.

Por su parte, Patiño no renuncia a su derecho a rectificar y a cuestionar la postura de Riesco cuando piensa que ha cruzado una línea. La presenta como alguien que mezcló su papel como periodista con el de protagonista de su propia historia, y que esa decisión tiene consecuencias.

Entre ellas, el juicio contra Patiño, los reproches mutuos en televisión, y la amenaza narrativa: quién controla la versión oficial. En medio, Lequio observa, comenta y participa del juicio mediático con su propia voz crítica.

Cuando el amor, la prensa y la justicia se cruzan

Dicen que no hay nada más peligroso que dos personas con sus egos enfrente. Pero si esas personas llevan micrófono, cámara, abogados y titulares detrás, la pelea puede convertirse en una tormenta interminable.

La “lluvia de demandas” que hoy protagonizan María Patiño, Marta Riesco, Antonio David Flores y Lequio es más que un enredo legal: es un espejo de lo que ocurre cuando la intimidad invade los platós, cuando los periodistas son personajes y las historias reales se convierten en espectáculo.

Hoy, las demandas cruzadas caen como gotas de lluvia ácida sobre nombres y afectos. Pero en su fondo laten preguntas que quizá nunca tendrán una respuesta clara: ¿quién tiene el derecho a hablar? ¿quién debe pagar por lo que dice? ¿y quién finalmente gana cuando todo termina en los tribunales?