Corría el otoño de 2003, pocos días antes de que el entonces príncipe Felipe anunciara formalmente su compromiso con la periodista Letizia Ortiz. Era, para ella, un momento de ilusión contenida y también de gran ansiedad: el tránsito de la vida pública como profesional de la información al mundo muy distinto de la monarquía española.

Letizia, que entonces trabajaba en Radio Televisión Española, tenía su rutina aún como presentadora, con desplazamientos, prisa y cierta autonomía al volante. Y fue precisamente conduciendo su coche ese día, según los testimonios, cuando todo pudo cambiar.

El accidente

La versión más relatada por antiguos compañeros de Letizia (como el periodista Alfredo Urdaci) señala que aquel día lluvioso se encontraba circulando en Madrid, transitando el túnel que conecta la M‑30 con la calle O’Donnell. Según el relato:

«Al salir del túnel que enlaza la M‑30 con la calle O’Donnell la sorprendió una tromba de agua. Los vehículos se agolpaban en la vía. Ella intentó frenar, sin poder evitar el aquaplaning, y provocó una colisión múltiple.»

El accidente no fue un simple rasguño: el coche quedó seriamente dañado, el choque fue múltiple —varios vehículos se vieron involucrados— y, según los servicios de emergencia que acudieron al lugar, Letizia pudo haber perdido la vida. Urdaci recordó que los sanitarios del SAMUR le dijeron algo así como «está usted viva de milagro».

Lo que añade una capa aún más inquietante: según algunas versiones, cuando llegaron los primeros auxilios, Letizia ya había realizado una llamada… pero no al 112 de emergencias, sino al entonces príncipe Felipe. Él, alarmado, actuó rápidamente: según ese relato, dispuso que motoristas de la Guardia Real acudieran al lugar para escoltarla hasta las instalaciones de Torrespaña.

¿Por qué se habla de ocultamiento?

El episodio no se hizo público de forma oficial en ese momento; la pareja aún no había anunciado su compromiso y la Casa Real (Casa Real de España) habría preferido mantener silencio sobre lo sucedido. Así lo señalan medios de investigación:

Urdaci afirma que él mismo tuvo que retirar la mención del accidente de un libro que estaba escribiendo tras recibir una petición de Letizia.

Algunos artículos sugieren que no solo fue la lluvia o la velocidad, sino también que Letizia no llevaba puesto el cinturón de seguridad, lo que incrementa el grado de gravedad del incidente.

Según esas versiones, el hecho de que el príncipe interviniera y que guardias reales acudieran al lugar da pie a pensar que se trató de un episodio que se gestionó internamente para que no se filtrase.

El contexto: antes del anuncio

Era un momento decisivo en la vida de Letizia: ya existía la relación con Felipe, pero el gran anuncio aún no se había hecho oficial. Cualquier escándalo podría haber tenido consecuencias para la imagen de la futura princesa. De ahí, según los medios, la cautela extrema de Zarzuela.

Además, el accidente tuvo lugar en una fase en que Letizia vivía entre dos mundos: el de su trabajo como periodista, con horarios, desplazamientos, prisas; y el del futuro que se abría ante ella como miembro de la Casa Real. Esa doble vida, en cierta medida, la situaba en una zona de riesgo: decisiones rápidas, conducción bajo presión, poca visibilidad pública aún, mucho por ocultar.

Repercusiones posteriores

Aunque no hubo lesiones graves que se hicieran públicas, el suceso dejó huella en el círculo profesional de Letizia: siguió trabajando aquel mismo día, pero visiblemente nerviosa.

Con el tiempo, su afición al volante, la acumulación de multas y algunas maniobras temerarias al conducir han sido objeto de crítica mediática.

Para la Casa Real resultó relevante: la gestión del episodio se considera un precedente sobre cómo se tratan internamente los incidentes que podrían dañar la imagen de la Corona.

Detalles que elevan el dramatismo

Lluvia intensa, aquaplaning, túnel, tráfico denso: todos los ingredientes juntos para un accidente serio.

Llamada al príncipe en lugar de llamar a emergencias: indica que el episodio fue considerado primero como un asunto personal/familia real antes que como incidente de tráfico.

Guardia Real al rescate: no algo estándar en un accidente común, lo que subraya que la implicación real fue de alto nivel.

Silencio oficial: mientras todo se tejía entre medio de tras bambalinas, para el gran público no hubo noticia en ese momento.

Potencial impacto en el compromiso real: cualquier revelación prematura de un accidente grave podría haber alterado la agenda.

Consideraciones finales

Si bien no existe un comunicado oficial detallado que confirme todos los extremos del episodio —como la velocidad exacta, la tasa de alcoholemia, o que no se llevase cinturón—, los relatos coinciden en que fue muy serio y que se llevó a cabo un esfuerzo para que los medios no lo exploraran en profundidad. Varios artículos hablan de “casi fatal”, “una suerte milagrosa”, “se evitó el escándalo”.

Por todo ello, la historia de este accidente guarda ecos de “lo que nunca debió trascender” y aporta una pieza más al puzzle de la vida de Letizia antes de convertirse en reina. Quizás fue un accidente de tráfico, sí; pero su relevancia va más allá: plantea preguntas sobre responsabilidad, transparencia y las dinámicas internas de una institución tan vigilada como la monarquía.