FILTRAN INESPERADA CARTA DESPEDIDA de Mario Vargas Llosa y REACCIÓN BOMBA de Isabel Preysler e hijos | HO

El mundo de la literatura y la crónica social sigue conmocionado tras la muerte de Mario Vargas Llosa. Sin embargo, en las últimas horas, nuevos detalles han salido a la luz y han dado un giro inesperado a la narrativa oficial sobre el adiós del Nobel peruano.

La filtración de una presunta carta de despedida escrita por el propio Vargas Llosa ha puesto en entredicho la versión inicial sobre su fallecimiento y ha desencadenado reacciones encontradas tanto en su círculo íntimo como en la figura mediática de Isabel Preysler, su expareja durante casi ocho años.

Apenas unas semanas antes de su fallecimiento, Mario Vargas Llosa celebraba su cumpleaños rodeado de familiares y amigos. Según relatos iniciales, la fiesta transcurrió con normalidad: el escritor sopló las velas, comió pastel, bailó y bromeó, mostrando, al menos de cara al público, un ánimo inquebrantable. Sin embargo, poco después se conocía el diagnóstico: neumonía, una enfermedad que, según el entorno más cercano, sorprendió y devastó a todos sus hijos, quienes han optado por guardar luto en la más estricta intimidad.

No obstante, nuevas informaciones contradicen esta versión. Según fuentes próximas a la familia y a la expareja del Nobel, la muerte de Vargas Llosa no fue tan inesperada. De hecho, algunos periodistas españoles aseguran que Isabel Preysler, su última pareja sentimental, no se mostró sorprendida en absoluto ante el desenlace. El motivo: el escritor habría sido diagnosticado en 2020 con una enfermedad incurable, un dato que, hasta ahora, no había trascendido públicamente.

La existencia de una carta de despedida escrita por Vargas Llosa ha sido confirmada por varios allegados y periodistas del entorno del escritor. Al parecer, el Nobel, consciente desde hace años de su delicado estado de salud, habría decidido poner en orden sus asuntos y despedirse de sus seres queridos por escrito. Esta carta, filtrada recientemente a la prensa, revela la entereza y lucidez con la que el autor de “La ciudad y los perros” afrontó sus últimos años.

La misiva, según fuentes próximas, fue enviada a sus hijos y a su exesposa, Patricia Llosa, con quien había retomado una relación de cercanía en los últimos tiempos. En ella, Vargas Llosa agradece el cariño recibido, pide perdón por los errores cometidos y expresa su deseo de que la familia permanezca unida tras su partida. Este gesto, lejos de resultar sorprendente para quienes conocían la situación real del escritor, ha servido para explicar el reencuentro familiar que se vivió en los últimos meses, incluyendo viajes y celebraciones conjuntas.

La reacción de Isabel Preysler, figura central en la vida mediática de Vargas Llosa durante casi una década, ha sido uno de los aspectos más comentados tras el fallecimiento del Nobel. Según periodistas cercanos a la socialité, Preysler no solo no se ha mostrado sorprendida por la muerte de su expareja, sino que, además, habría relatado a su entorno que estaba plenamente al tanto de la gravedad de la enfermedad que padecía el escritor.

Durante los últimos años de relación, la salud de Vargas Llosa se fue deteriorando visiblemente, algo que Preysler habría notado y asumido con naturalidad. De hecho, fuentes próximas aseguran que la ruptura entre ambos fue mucho más fría y distante de lo que se quiso mostrar públicamente, y que Preysler se desvinculó por completo de la situación personal y médica del escritor tras la separación.

A pesar del revuelo mediático, Preysler ha optado por el silencio, evitando declaraciones públicas y limitando su reacción a círculos muy reducidos. Según algunos analistas, esta actitud responde a su deseo de no alimentar una narrativa de “viuda mediática” y de evitar cualquier polémica innecesaria en un momento tan delicado para la familia Vargas Llosa.

Los tres hijos del escritor, Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa, han optado por la prudencia y el recogimiento tras la muerte de su padre. Afectados profundamente por la pérdida, han decidido no hacer más declaraciones públicas y organizar un velatorio privado en casa del escritor, lejos de los focos y del bullicio mediático.

Sin embargo, la filtración de la carta de despedida ha reavivado el debate sobre la gestión de la herencia y el legado del Nobel. Según fuentes cercanas, el patrimonio de Vargas Llosa, repartido entre varios países y bajo diferentes legislaciones, está gestionado por sociedades administradas por sus propios hijos, especialmente por el mayor, Álvaro, quien ya se encargaba de la mayor parte de los bienes inmuebles y derechos de autor.

En cuanto al título nobiliario concedido por el Rey Emérito en 2011, el marquesado de Vargas Llosa, todo apunta a que será reclamado por Álvaro, siguiendo la ley de sucesión vigente en España.

La muerte de Mario Vargas Llosa deja tras de sí no solo una obra literaria universal, sino también un complejo entramado familiar y patrimonial. La relación con Isabel Preysler, que nunca fue bien vista por la familia del escritor, supuso un distanciamiento temporal con sus hijos y su exesposa, pero el diagnóstico de la enfermedad incurable en 2020 propició un reencuentro y una reconciliación que se mantuvo hasta el final.

En los últimos meses, la familia se mostró unida en torno al Nobel, a pesar de las críticas de algunos sectores que acusaban a los hijos de “exhibir” a su padre públicamente como un trofeo. Lo cierto es que, según quienes les conocen, el objetivo era acompañar y arropar a Vargas Llosa en sus últimos años, cumpliendo así su voluntad expresada en la carta de despedida.

La filtración de la carta de despedida de Mario Vargas Llosa y las reacciones de Isabel Preysler y sus hijos han puesto de manifiesto la complejidad de las relaciones personales y familiares en torno a una figura pública de tal magnitud. Más allá del dolor y la polémica, queda el ejemplo de un hombre que, consciente de su final, supo despedirse con dignidad y dejar un legado imborrable tanto en la literatura como en la vida de quienes le rodearon.

El adiós de Vargas Llosa no solo marca el fin de una era en las letras hispanoamericanas, sino que abre una nueva etapa para su familia, llamada ahora a custodiar y preservar el patrimonio y la memoria de uno de los grandes escritores universales del siglo XX y XXI.