DESPIDOS MASIVOS por Patiño y Belén Esteban en TVE: Sánchez pillado y FELIPE VI LÍO GORDO CON LEONOR | HO

Leonor tras los pasos del rey Felipe: la distinción que está a punto de  recibir y que ya tuvo su padre

La televisión pública española está viviendo una de sus mayores sacudidas en años. La llegada de Belén Esteban y María Patiño a Televisión Española (TVE) no solo ha generado un terremoto mediático y político, sino que ha provocado una oleada de despidos masivos, cambios en la parrilla y un debate nacional sobre la calidad y la politización de los contenidos que todos los españoles pagamos con nuestros impuestos.

A esto se suma un nuevo escándalo en la Casa Real, con la princesa Leonor en el centro de la polémica por unas imágenes filtradas que han indignado a Zarzuela y a parte de la opinión pública.

La decisión del gobierno de Pedro Sánchez de apostar por rostros tan mediáticos y polémicos como Belén Esteban y María Patiño, asociadas históricamente a programas de crónica social y entretenimiento de dudosa calidad como “Sálvame”, ha sido interpretada por muchos como un intento de convertir la televisión pública en un “pan y circo” para distraer a la ciudadanía en tiempos de crisis económica y política.

La cesta de la compra está por las nubes, los escándalos políticos se multiplican y, según denuncian algunos sectores, el Ejecutivo ha optado por intensificar el espectáculo y la frivolidad en la televisión pública para desviar la atención.

Este movimiento no ha sido gratuito. Ha supuesto el adiós de programas respetados y de éxito como “El Cazador”, que pasa a La 2, prácticamente desapareciendo del prime time, y el recorte o desaparición de espacios como “Mañaneros”, que hasta ahora ofrecían un contenido más blanco y familiar.

El portal El Televisero ha destapado en exclusiva una auténtica oleada de despidos en TVE, especialmente entre los colaboradores de los espacios del corazón y la crónica social. Figuras históricas como Lidia Lozano, Mar Eugenia Yahweh y otros tantos han sido apartados para dejar paso a la nueva familia televisiva que encabezan Esteban y Patiño, acompañadas por Kiko Matamoros y otros tertulianos de la “telebasura” tradicional.

Pero el escándalo va más allá de la calidad televisiva. Detrás de estos movimientos se esconde, según denuncian voces críticas, un intento de politizar aún más TVE. La llegada de nuevos directivos y presentadores vinculados sentimentalmente a figuras cercanas al gobierno, como la pareja de Sara Santolaya (conocida por ser la portavoz digital de Pedro Sánchez), y el refuerzo de tertulianos afines, ha despertado sospechas de que la televisión pública se está convirtiendo en un instrumento de propaganda gubernamental.

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Cada vez son más los “estómagos agradecidos” que aterrizan en TVE, mientras los espacios críticos o neutrales desaparecen o se relegan a horarios marginales. La estrategia parece clara: reforzar los contenidos de crónica social, aunque sean de baja calidad, y controlar el relato político desde la televisión de todos. El escándalo ha alcanzado tal magnitud que incluso algunos sindicatos internos han alzado la voz, denunciando la falta de transparencia y el deterioro de la imagen institucional de la cadena.

Mientras tanto, la Casa Real española vive uno de sus momentos más delicados por la filtración de unas imágenes de la princesa Leonor en bikini durante unas vacaciones en Montevideo. La revista “10 Minutos” fue la primera en publicar las fotos, pagando hasta 60.000 euros por los derechos, pero limitando su difusión al territorio nacional.

Sin embargo, la revista alemana “Bunte” ha adquirido los derechos internacionales y ha publicado nuevas imágenes, mucho menos retocadas y con un enfoque mucho más sensacionalista, bajo titulares como “Coqueteo ardiente entre las olas”.

Las imágenes muestran a Leonor, de 19 años, disfrutando con amigos y, según algunos medios, en actitud cariñosa con un joven que podría ser su pareja sentimental. La Casa Real ha reaccionado con indignación, intentando contraprogramar con imágenes oficiales de la princesa en la escuela naval Juan Sebastián Elcano, subrayando su dedicación y compromiso institucional. Sin embargo, el daño ya estaba hecho: las redes sociales han viralizado las fotos, algunos medios digitales han publicado versiones sin censura y el debate sobre la privacidad, el respeto y la sexualización de la figura de Leonor ha estallado en España y en el extranjero.

La diferencia en el tratamiento mediático entre la prensa española y la extranjera ha sido evidente. Mientras revistas como “Hola” han optado por el silencio o por publicar solo imágenes oficiales y cuidadosamente seleccionadas, medios internacionales han explotado el filón de las imágenes privadas de la heredera al trono.

Algunos periodistas y paparazzi, como Diego Arrabal, ya advertían hace semanas que la difusión internacional era solo cuestión de tiempo. La reacción de la Casa Real ha sido de absoluto enfado, tanto por la invasión de la intimidad de Leonor como por el enfoque sensacionalista y, en ocasiones, sexualizado de algunas publicaciones.

El debate público se ha polarizado. Hay quienes consideran que Leonor, como cualquier joven de su edad, tiene derecho a disfrutar de su vida privada sin ser objeto de escándalo. Otros opinan que, como futura reina, debe mantener una imagen impecable y que la Casa Real tiene razón al preocuparse por el impacto de estas imágenes en la institución. En cualquier caso, el “lío gordo” está servido y la presión sobre Felipe VI y doña Letizia es máxima.

El clima en España es de enorme crispación. La ciudadanía asiste atónita a la transformación de TVE, a los despidos masivos y a la llegada de figuras controvertidas a la televisión pública, mientras los escándalos políticos y reales se suceden semana tras semana. El gobierno de Pedro Sánchez, cada vez más cuestionado, parece apostar por el control mediático y el espectáculo para capear el temporal. Pero el efecto puede ser el contrario: la pérdida de confianza en las instituciones y el hartazgo social crecen a pasos agigantados.

En paralelo, la Casa Real trata de proteger a Leonor y a la imagen de la monarquía, aunque el daño reputacional ya está hecho. La princesa, que debería estar centrada en su formación y en prepararse para sus futuras responsabilidades, se ve convertida en protagonista involuntaria de una polémica que trasciende lo personal y afecta al conjunto de la institución.

La llegada de Belén Esteban y María Patiño a TVE, con el consiguiente despido masivo de colaboradores y el giro hacia la “telebasura”, es solo la punta del iceberg de una crisis mucho más profunda en la televisión pública y en el panorama mediático español. La politización, la búsqueda de espectáculo fácil y la instrumentalización de los medios públicos para intereses partidistas amenazan la calidad, la independencia y la credibilidad de la información en España.

Al mismo tiempo, la Casa Real enfrenta su propia tormenta mediática, con Leonor como víctima de la exposición y el sensacionalismo. En ambos casos, el debate sobre los límites de la privacidad, el respeto institucional y el papel de los medios en una democracia está más vivo que nunca.

Solo el tiempo dirá si estos movimientos son un simple episodio pasajero o el inicio de una transformación irreversible en los medios y en las instituciones españolas. Lo que está claro es que, hoy por hoy, la televisión pública y la monarquía viven tiempos convulsos, y la sociedad española observa, entre la indignación y el desconcierto, cómo se escriben nuevas páginas de su historia reciente.