La tarde dominical se desplegaba normal en los estudios de Fiesta, con Emma García al frente, los colaboradores ubicándose en sus plazas, las cámaras alineadas, los guiones revisados. El rumor corría entre bambalinas: había un asunto candente que podía incendiar el plató. SV All Stars estaba en boca de todos como epicentro de la polémica, y dos nombres dominaban: Ana María Aldón y Gloria Camila. Lo que parecía un cruce habitual entre figuras del corazón se transformaría en un choque de versiones, reproches y recuerdos que dolían más allá del espectáculo.

El antecedenteSV All Stars como catalizador

Desde antes del programa, los colaboradores hablaban deSV All Stars como la chispa que reactivaría viejas tensiones. Vínculos familiares, lealtades rotas y discursos mediáticos previos servirían de combustible. Algunos decían que Ana María había sido protagonista en galas pasadas del reality, con declaraciones que luego aparecían en titulares; otros apuntaban que Gloria Camila, al ser nueva colaboradora en Fiesta, tomaría la oportunidad de responder públicamente.

La dirección del programa decidió que ese día reservarían un bloque especial sobre SV All Stars para abordar los cruces entre Aldón y Camila, pues el conflicto impactaría a la audiencia: había expectación sobre quién hablaría primero, qué denuncias aparecerían, cuánto dolor se confesaría en vivo.

Desde temprano, Emma pidió al equipo que moderara el tono, evitar insultos gratuitos y centrarse en testimonios. En los pasillos se hablaba de cámaras adicionales, de conexiones telefónicas, de audios o mensajes ocultos que podrían filtrarse. Era como si el plató aguardara un terremoto emocional.

La entrada de Gloria Camila: estreno con fuego

Cuando inicióFiesta, Emma saludó al público con su tono habitual, pero advirtió que el bloque dedicado a SV All Stars sería más intenso que nunca. En el momento en que Gloria Camila fue introducida como colaboradora, el plató se tensó. Se proyectaron sus imágenes previas —como su trayectoria mediática, su relación con José Ortega Cano— y sus primeras palabras fueron recibidas con murmullos de expectativa.

Emma le dedicó una frase franca: “Pensaba que eras una borde”, lo que generó silencio y sorpresa. Gloria respondió con dignidad, defendiendo que no había venido para confrontar desde la agresión, sino para aportar su versión. Su debut enFiesta no fue tibio: contestó a Ana María Aldón, a Kiko Jiménez, hizo alusiones a reproches que le habían sido dirigidos en otros programas.

Gloria afirmó que ella y su familia habían permanecido callados frente a críticas públicas, y que se habían sentido acusados sin derecho a réplica. Reprochó que Ana María hablara “tarde tras tarde de su matrimonio” mientras que ellos en silencio soportaban los titulares. Dijo: “Yo no me hago cargo de si alguien ha dudado porque yo nunca dudé de la paternidad” — una frase con carga simbólica sobre lealtades y acusaciones previas.

Durante ese segmento, Emma ejerció su papel de moderadora con firmeza, interviniendo cuando los cruces subían de tono, pidiéndoles respeto y que se centraran en hechos. El plató vibraba con tensión contenida: cámaras móviles enfocando rostros, colaboradores conteniendo la respiración.

Ana María réplicas y heridas abiertas

En el siguiente tramo, Ana María Aldón ingresó al plató (o fue conectada por teléfono, según el guion de esa emisión). Se le preguntó directamente sobre las críticas que Gloria había hecho. Su rostro mostraba una mezcla de dureza y vulnerabilidad, consciente de que estaba en terreno movedizo.

Ana María respondió que su vida, sus decisiones y su posición mediática la habían puesto bajo el escrutinio constante. Reconoció que había sido protagonista en tertulias del corazón, que su relación con Ortega Cano había dado pie a debates públicos, pero que también tenía derecho a expresarse, a defenderse, a amar.

Cuando se mencionó el comentario de Gloria: “Que sean felices… que no joda a los demás”, Ana María acusó que esa frase, utilizada con sarcasmo, tenía una intención de herir. Ella dijo que no aceptaría que le lanzaran reproches velados mientras se le silenciaba el derecho a defender su realidad.

Aldón rechazó que ella controlara con quién debía hablar Gloria Camila, aunque señaló que le molestaba que se sugiriera que ella estaba del “team” de alguien o de la otra. “No te tiene que molestar, Gloria, si yo me llevo bien con Iván… No es cuestión de reprochar diciendo: ‘eres del team de Ana María’.

Emma pidió que cada versión fuera respetuosa, que no se lanzaran generalidades sin pruebas. En ese momento, el debate devino en un choque entre dos visiones: la de alguien que ha sido objeto de rumores mediáticos por su vida sentimental, y otra que reclama voz frente a acusaciones.

El enfrentamiento telefónico y frases punzantes

Para elevar la tensión, Fiesta habilitó una conexión telefónica entre ambas protagonistas. Ese momento se volvió uno de los más dramáticos: la conversación por teléfono se volvió punzante, cada frase cargaba historia, resentimiento y defensa.

Gloria, al teléfono, dijo que no intervenía en las relaciones de otros, que no quería involucrarse en guiños o bandos. Rechazó versiones que la señalaban como emisora de críticas ocultas. Dijo que se había cansado de que “tenga que decir siempre una frase por encima de ti que te deje en mal lugar”. “Tienes que decir siempre algo que te ponga por encima —eso es doloroso, pero estoy acostumbrada”, expresó, dejando caer cuánto se había herido en silencio.

Ana María reaccionó con sorpresa y reproche: pidió explicaciones sobre por qué esas insinuaciones, por qué ese tono pasivo-agresivo. Emma, actuando rápidamente, interrumpió cuando las tensiones escalaban: pidió que bajaran el volumen, que la conversación no se fuera hacia insultos, que volvieran a hechos concretos.

Ese intercambio dejó el plató en silencio: cámaras detenidas, colaboradores conteniendo comentarios, público expectante. El decorado habitual de entretenimiento quedó suspendido ante la carga emocional del momento.

Consecuencias, ecos y cierre emocional

Cuando el bloque especial llegó a su fin, Emma pronunció palabras de cierre con voz pausada: reconoció que ese episodio había sido más que un enfrentamiento: era una expresión de heridas antiguas, de voces que querían ser escuchadas. Dijo:

Hoy no se trató de tener la razón, se trató de dejar salir recuerdos, emociones que han sido silenciadas. No tenemos todas las respuestas, pero al menos hemos abierto este espacio para que cada una diga lo que siente.”

Se apagaron las cámaras. Los colaboradores cruzaron miradas, algunos con lágrimas en los ojos, otros con turbación. En los pasillos se escuchaban ecos: “¿Qué dirá ella mañana en redes?”, “Habrá carta pública”, “¿Se reabrirá la relación familiar?”

Gloria Camila abandonó el plató con paso firme pero contenido. Ana María permaneció unos segundos sentada, con la mirada baja, respirando hondo. Ambos nombres quedaron flotando en el aire del estudio, cargados de memoria, reclamo y humanidad.

Al día siguiente, la polémica explotó en las redes: fragmentos del enfrentamiento se convirtieron en viral, titulares hablaban de “el debut explosivo de Gloria”, de “la réplica emotiva de Ana María”, del cruce telefónico con frases hirientes pero sinceras.Fiesta quedó marcada como la tarde en que el corazón no fue espectáculo, sino conflicto real.

Y aunque el programa continuó con otros temas, esa aura de duelo residual siguió presente: porque el conflicto entre Aldón y Camila no solo hablaba de ellas, sino de heridas anteriores, de silencios, de verdades que esperan tiempo para ser dichas.