El anuncio que sacudió todo

Alejandra Rubio, hija de Terelu Campos, anunciaba su embarazo. No era un simple “voy a ser madre”; era la foto perfecta para titulares de revistas, programas de televisión, de podcast a podcast. Y su pareja, Carlo Costanzia, el nombre que acarrea ecos de controversia: problemas legales pasados, acusaciones, juicios, polémicas.

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El anuncio generó apoyo, pero también críticas. Algunos acusaron a Alejandra de usar su embarazo como mercancía mediática, otros defendían que tenía derecho a su intimidad, su verdad. Pero lo que nadie esperaba era la reacción de Pilar Vidal, amiga cercana de Terelu, periodista, presentadora, podcaster.

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Pilar pone la mano en el fuego… y la lía

Pilar Vidal hizo algo que para muchos fue un error monumental de imagen. En un programa matinal, “Espejo Público”, se pronunció, sin rodeos, sobre la historia de Alejandra, Terelu y Carlo. Lo que dijo sacudió el plató. Dijo que hay fotos del nieto de Terelu en su teléfono. O que le consta que Alejandra había prohibido a su madre mostrar fotos del bebé, pero que sí había imágenes circulando privadamente.

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Esa declaración desencadenó el vendaval. Porque no se trataba solo de privacidad. Era una daga directa: Pilar estaba contradiciendo lo que públicamente había manifestado Terelu, generando confusión, dándole munición a los críticos. “¿Cómo puede tu amiga “prohibir” fotos si alguien ya las tiene?”, se preguntaban los colaboradores. Y también “¿por qué tanta necesidad de controlar lo privado?”

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La traición según Terelu Campos

Entonces apareció la palabra “traición”. Carlo Costanzia había sido acusado por Alessandro Lequio y otros de pactar con paparazzis para vender fotos, para lograr exclusivas. Terelu, ante tales acusaciones, adoptó una postura curiosa: no atacó con furia, pero sí expresó que si Carlo mantenía esas acciones, “pues me hace gracia” — una frase que muchos interpretaron como resignada, quizá sarcástica.

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Para Terelu, lo más doloroso no es solo lo que pueda hacer Carlo, sino que la familia, el público, los medios estén siempre listos para juzgar. A ella le han criticado: por defender a su hija, por proteger lo suyo, por callar lo que sabe, por decir lo que no sabe. El ruido mediático, las versiones cruzadas. Al final, se sentía en medio de una tormenta en la que todos sacaban tajada.

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Rocío Carrasco y el laberinto de los vetos

Mientras tanto, Rocío Carrasco, amiga íntima de Terelu, observaba desde su espacio. Las tensiones entre Rocío Flores (hija de Carrasco) y Terelu Campos se agravaban. Rocío Flores puso un veto: pidió que Terelu no estuviera presente en una entrevista para evitar enfrentamientos. Pero después lo levantó.

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El motivo: la presencia pública de Terelu, su defensa de Carrasco, su relación de complicidad mediática con Rocío Carrasco, generaba incomodidades para Flores. Había acusaciones de mentiras, de recuerdos que no cuadraban, de “mi madre decidió no estar”, de un amor maternal que para unos era visible y para otros inexistente.

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La palabra “traición” pesa mucho

Traición es una palabra fuerte. Tiene implicaciones morales, personales, mediáticas. En el caso de Carlo Costanzia y Alejandra Rubio, muchos criticaron que él haya tenido un pasado legal oscuro — aunque ella defendiera que lo había contado todo, que él había pagado su deuda, que le tocaba cumplir un periodo de reinserción.

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Lo que pasó es que algunos medios y personajes — incluido Alessandro Lequio — sostuvieron que Carlo había pactado con paparazzis para sacar fotos, o que aprovechaba cada detalle de su relación e intimidad para estar en el foco. Eso, para Alejandra, fue más doloroso que cualquiera de los problemas legales: es la intromisión, la sospecha, la exposición obligada.

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Para Terelu, se convierte en un dilema: ¿hasta qué punto defender a tu hija significa lidiar con lo que los otros digan, digan verdad o mentira? ¿Dónde está el límite entre proteger la intimidad y colaborar con la transparencia que los medios exigen?

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Consecuencias visibles

La lía no fue menor:

Las redes estallaron. Unos en defensa de Alejandra: “ella tiene derecho a mantener privacidad”. Otros acusándola de querer protagonismo.

Terelu quedó atrapada: si defendía públicamente mucho, se acusaba de sobrepasarse; si callaba, de consentir.

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Carlo fue escrutado: ¿qué tanto ha sido sincero? ¿Qué parte de los rumores es verdad, qué parte exageración?

Pilar Vidal recibió críticas: ¿era necesario revelar que tenía fotos? ¿Quién le dio derecho a exponer algo que supuestamente era privado? Algunas voces la acusaron de entrometerse demasiado en lo que debería ser familiar, íntimo.

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Reflexión final

Yo creo que esta historia no va solo de personas, ni de acusaciones, ni de prensa. Va de confianza, de relaciones rotas, de lo que cada quien está dispuesto a mostrar de sí mismo.

Traición para Alejandra pudo ser ver su intimidad convertida en debate, sentirse juzgada.

Para Terelu, la traición quizá fue que se perdiera la credibilidad, que los buenos recuerdos con sus nietos, con su hija, con quienes estuvo, fueran cuestionados.

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Para Pilar Vidal, la traición tiene otro ángulo: ¿a quién le pertenecen las fotos? ¿Qué vale más, la verdad pública o la paz privada?

En España, amor, familia y fama siempre chocan. Y cuando lo hacen, como aquí, el estruendo es enorme. Porque todos tenemos un ojo puesto en lo que otros hacen, lo que dicen, lo que callan.


Si tuviera que apostar, diría que la historia aún no ha terminado. Que vendrán nuevas declaraciones, más versiones, quizá nuevas fotos, quizá arrepentimientos. Y que, al final, lo que importa no es solo quién tenía razón, sino lo que aprendieron en medio del caos: a decir lo que duele, a exigir respeto, y quizás a perdonar lo que no se puede cambiar.