De princesa del pueblo… ¿a reina del escándalo?

Belén Esteban, conocida en toda España como “La Princesa del Pueblo”, ha sido durante más de dos décadas una figura omnipresente en la televisión española. Pero detrás de su imagen de madre coraje, se esconde una trayectoria repleta de polémicas, enfrentamientos, escándalos familiares y declaraciones explosivas —muchas de ellas transmitidas en vivo y en horario estelar.

Lo que empezó como una historia de superación tras su ruptura con el torero Jesulín de Ubrique, ha evolucionado en un caso mediático de larga duración, donde el drama familiar se ha convertido en contenido televisivo casi inagotable.

El conflicto con la familia Janeiro: una guerra sin fin

El eje central de la narrativa pública de Belén Esteban ha sido su disputa con la familia de su ex pareja, el torero Jesulín de Ubrique, y especialmente con la madre del torero, Carmen Bazán, y su hermana, Carmen Janeiro.

Desde sus inicios en el programa “Sálvame” y pasando por “Deluxe”, Belén ha hecho repetidas acusaciones de abandono paternal, clasismo, desprecio y maltrato emocional por parte de la familia Janeiro hacia ella y su hija, Andrea Janeiro.

“No quiero que mi hija se acerque a esa familia. No le han dado cariño ni atención”, llegó a declarar en directo en 2021.

Estas declaraciones se han repetido —y amplificado— a lo largo de los años, en múltiples formatos televisivos. Cada aparición ha añadido más leña al fuego y ha reforzado su personaje mediático como “la madre luchadora contra la aristocracia del toreo”.

 Victimización o explotación emocional

La exposición mediática de su hija, su vida privada y los conflictos familiares han provocado una creciente división en la opinión pública. Mientras algunos la consideran una mujer valiente que dice lo que otros callan, otros la critican por utilizar la vida privada como moneda de cambio en la televisión.

Analistas de medios como Vertele y El Confidencial han señalado que Esteban se convirtió en una especie de “producto emocional” que genera empatía y morbo a partes iguales.

“Belén sabe cómo jugar con el relato: alterna momentos de víctima emocional con explosiones de furia. Es contenido emocionalmente rentable”, indica una fuente interna de Telecinco.

Una máquina de ingresos para Mediaset

Desde su primera aparición en “Salsa Rosa” en 2000, Belén ha generado audiencias millonarias. Según datos de Kantar Media, episodios especiales de “Sálvame” centrados en ella han llegado a superar el 20% de share en prime time.

Su presencia garantiza rating. Y por ello, Telecinco ha apostado por mantenerla como figura estable incluso cuando su imagen pública se ha desgastado. En 2023, su contrato fue renovado, y participó como colaboradora de “Ni que fuéramos”, una especie de secuela de Sálvame tras su cancelación.

Salud mental y desgaste emocional

A pesar de su fortaleza mediática, Esteban ha confesado haber atravesado depresiones, crisis de ansiedad y episodios de aislamiento, sobre todo después de ataques en redes sociales o cuando se le cuestiona como madre.

En 2012, fue ingresada por una recaída en sus problemas de adicción a medicamentos para dormir. En 2021, reveló que había necesitado ayuda psicológica tras una grave pelea en plató con otro colaborador. Y en 2024, confesó estar “cansada de cargar con todo”.

Estos episodios han alimentado otra narrativa: la de una mujer utilizada por el sistema televisivo, agotada pero incapaz de retirarse, atrapada por su propio personaje.

 Polémica digital y cancelaciones

La presencia de Belén en redes sociales también ha sido fuente constante de polémica:

En 2022 fue criticada por insultar a seguidores en Instagram que le exigían no hablar más de su hija.

En 2023, un vídeo filtrado la mostraba fuera de cámaras hablando de “hacer montajes para mantener el programa a flote”. Aunque intentó desmentirlo, la frase “todo es montaje” se convirtió en tendencia.

Su intento de vender una línea de productos de belleza fracasó tras ser acusada de hacer “publicidad engañosa”, lo que le valió una advertencia por parte de la Agencia Española de Consumo.

 Conclusión: ¿víctima del sistema o arquitecta de su imperio?

Belén Esteban no es simplemente una celebridad televisiva. Es el síntoma más claro del modelo de televisión de “realidad emocional” que dominó España durante más de dos décadas. Ha sabido capitalizar su historia personal, reinventarse ante cada crisis, y mantener la atención pública incluso cuando parecía al borde del colapso.

Pero esa visibilidad tiene un costo: la constante exposición, el deterioro emocional y una vida marcada por el conflicto.

En un país donde lo personal se convierte en espectáculo y el drama es rentable, Belén Esteban no solo es un personaje: es un fenómeno sociológico.