El día que se quitó las botas por respeto

Era un partido tenso. Champions. Minuto 90. El rival cae al suelo tras una dura entrada. El árbitro no pita. Messi, con el balón en los pies, tiene vía libre para encarar.

Pero no lo hace.

Se detiene. Mira al jugador caído. Se agacha. Se quita las botas.

Nadie entendía nada.

Después diría: “No me sentía cómodo jugando mientras él seguía ahí tirado”.

Un gesto invisible para las cámaras. Pero enorme para quien lo vio de cerca.

El regalo que nunca se publicó

Año 2015. En Rosario, un chico con una enfermedad terminal tiene un sueño: conocer a Messi. Pero el viaje a Barcelona no era posible.

¿Sabes qué hizo Leo?

Sin cámaras. Sin redes sociales. Envió una camiseta firmada. Pero no cualquier camiseta. Era la que usó en el clásico contra el Real Madrid. Con olor a pasto y a victoria.

El chico nunca llegó a conocerlo. Pero pidió que lo enterraran con esa camiseta. Así de profundo fue ese gesto.

El abrazo al utilero invisible

En la selección argentina hay un hombre que casi nadie ve: Mario, el utilero. Lleva más de 30 años doblando camisetas y llenando botellas.

En la Copa América 2021, tras la final, todos corrían a abrazarse con De Paul, con Di María, con Scaloni…

Messi fue el único que caminó directo hacia Mario.

“Gracias por estar siempre”, le dijo mientras lo abrazaba fuerte. A Mario se le llenaron los ojos de lágrimas. A nosotros también, aunque no lo supimos hasta mucho después.

El gesto con su mamá… cuando nadie lo vio

Hay una foto vieja. Muy vieja. Messi tiene 10 años. Está sentado en el banco, con cara de enojo.

Su madre está en la grada. Él le hace un gesto con la mano, como diciendo “tranquila”.

Veinte años después, en una entrevista, confesó que ese gesto lo repite cada vez que la ve en la tribuna. Un movimiento con los dedos. Pequeñito. Íntimo. Solo para ella.

Si lo ves la próxima vez, sabrás qué significa.

La promesa que le hizo a un niño sin piernas (y cumplió)

En un entrenamiento del Barça, llegó un niño sin piernas, fanático de Messi. Su deseo era patear un penal “como Leo”.

El club organizó una visita. El niño llegó en silla de ruedas. Se puso una prótesis solo por ese momento.

Messi se arrodilló frente a él, le miró a los ojos y le dijo:
“Te prometo que vas a hacer el mejor penal del mundo.”

Y así fue. Messi puso la pelota, tomó carrera… y en vez de patear, empujó suavemente el balón hacia el niño.

El niño, con esfuerzo, lo empujó dentro del arco.

Ese día, el Camp Nou aplaudió como si hubiera sido gol en la final de la Champions. Y Messi… sonrió como un niño también.

Detrás del genio, del capitán, del ídolo, hay un hombre que habla con gestos.

Y a veces, esos gestos son los que lo hacen eterno.