La tensión estalló en los Cayos Cochinos de Honduras, cuando la conversación que giraba en torno a estrategias de supervivencia, alianzas y nominaciones se transformó en algo mucho más personal. Allí, en el escenario de aventuras televisivas, se cruzaron tres nombres que cargaban con historias pasadas, reproches presentes y expectativas de futuro: Rocío Flores, Gloria Camila Ortega y Alejandro Albalá. Lo que inició como un programa más de ‘Supervivientes All Stars’, pronto se tornó en una escena cargada de reproches, silencios incómodos y una ruptura pública difícil de pasar por alto.

El escenario, la antesala y el ingreso al conflicto

Desde que comenzó la edición de ‘Supervivientes All Stars 2025’, los participantes han tratado de construir alianzas, sobrevivir al hambre, a la lluvia tropical, a los retos físicos y emocionales, y a la presión constante de la audiencia. Pero debajo del sudor, del cansancio y de las cámaras, se cocinaban viejas tensiones: amistades rotas, pactos por cumplir, heridas de otro concurso, miradas de resentimiento.

Rocío Flores, colaboradora televisiva y competidora activa del reality, llegaba con una agenda propia: mantenerse en juego, cumplir con su rol mediático, proteger su imagen. Gloria Camila, que también se encuentra en la aventura, aparece como una figura que acapara apoyo y simpatía; su vínculo con Rocío es de sobra conocido, y ambas han intercambiado mensajes públicos de afecto.En ese caldo de emociones, Alejandro Albalá aparece como ese participante que promete mucho, genera expectativas, pero también provoca recelos: no ha tardado en verse nominado, señalado, cuestionado por compañeros.

La chispa que encendió el incendio fue una discusión exhibida por las cámaras: Gloria recibió como nominación directa de Albalá, lo que encendió su ira. Las imágenes mostraron cómo le reprochó con dureza:

La chulería te la bajas un poquito… bájate un puntito de chulería.”
“Has hecho comentarios de Adara y vienes y me nominas a mí. ¿Y por qué? ¿Porque no te he comido el culo estos días?”

En ese momento, Rocío no intervenía aún de forma directa, pero la mirada que lanzaba lo decía todo: apoyo silencioso a su tía, guardia lista para entrar en la refriega.

La ofensiva de Rocío Flores: más que un apoyo

Lo que parecía que iba a quedarse en el terreno de la confrontación entre Gloria Camila y Alejandro Albalá, derivó en que Rocío Flores decidiera tomar partido, pero de forma contundente. En declaraciones, en stories de redes sociales y con gestos públicos, Rocío dejó claro dónde estaba su lealtad: con su tía. En efecto, la joven compartió en Instagram su orgullo hacia Gloria: “¡Súper orgullosa de ti y de cómo lo estás haciendo! Te esperamos como ganadora.”

Desde su trinchera, Rocío comenzó a multiplicar apariciones que establecían una alianza explícita. Y aunque no se dirigió a Albalá con insultos directos en el plató, su presencia, sus comentarios, su respaldo se interpretaban como una línea divisoria clara: si estás con Gloria, estás en su bando… y Albalá estaba en el contrario.

Este acto de fulminar no fue tanto una declaración pública de “te voy a destruir”, sino una estrategia: dejar claro que el bloque de Rocío – Gloria está unido, unido por afecto y por juego, y que frente a ellos Albalá se posiciona solo. Que no cuenta para ese dúo, que sus maniobras no pasarán sin respuesta.

Y en el programa, surtió efecto. En las nominaciones siguientes, Albalá apareció como blanco de votos tanto de Gloria como de Jessica Bueno (otra participante) y otros compañeros.

Las raíces del conflicto: ¿por qué tanta tensión?

Para entender el fuego cruzado, hay que mirar atrás. Romances, coqueteos, malos gestos y heridos. Una periodista, Alexia Rivas, desveló que Albalá había intentado entablar algo con Gloria Camila antes de entrar al concurso, en un piso compartido donde había más gente. Gloria le dijo que no. “Él se engancha a todo lo que le pueda dar foco, y ahora tiene contra Gloria precisamente porque no consiguió nada con ella.”

Con ese antecedente, la nominación de Albalá hacia Gloria en el concurso se interpreta como algo más que estrategia: la luchaba que él siente se convierte en venganza o reconocimiento público. Y Gloria lo ve como una traición o una agresión: no sólo “me nominas”, sino «me nominas cuando sabes lo que yo valgo, sabiendo que tienes algo conmigo».

En el medio, Rocío Flores aparece como escudo, como hermana de armas de Gloria, y por tanto el enfrentamiento se amplía: no es sólo entre dos concursantes, sino entre dos bandos. Las heridas del pasado, los vínculos de familia y los intereses de juego convergen.

La escena álgida: el estallido conjunto

En una de las galas, las imágenes inéditas muestran cómo la discusión no quedó solo en las cámaras principales: en la palapa, en la intimidad del campamento, ambos participantes continuaron. Gloria le dijo a Albalá:

Me estás dando más importancia tú con mi apellido que yo misma.”Y él respondió:
“Tienes un complejo de inferioridad a mi lado… es la segunda vez que lo sacas.”

La cámara capta al grupo parcialmente paralizado: compañeros miran, otros intentan mediar, alguien comenta que “esto va demasiado lejos”. En ese ambiente, Rocío Flores interviene indirectamente desde su rol fuera del campamento: en redes sociales, en atención mediática, en declaraciones de apoyo. La palabra “fulmina” se aplica porque ella, sin estar en la pelea directa verbalmente, alineó claramente sus recursos, su voz, su imagen, contra el rival de Gloria.

Y el efecto fue doble: para Albalá, una presión creciente; para Gloria y Rocío, la percepción de que su bloque domina también la narrativa externa del concurso.

Consecuencias y reflexiones

¿Qué implicaciones tiene todo esto? En primer lugar, para el concurso: los espectadores ven no sólo retos de supervivencia, sino tramas humanas profundas, traiciones, alianzas familiares, y eso engancha. El bando de Gloria-Rocío obtiene visibilidad, apoyo, solidaridad; el de Albalá se queda con el desgaste de la tensión constante.

En segundo lugar, para los personajes: Rocío Flores refuerza su imagen de “no me callo, actúo en defensa de la mía”, lo que puede jugar tanto a favor como en contra. Gana respeto en su entorno, pero también se expone a críticas de “alineada”. Albalá, por su parte, queda retratado como “enemigo público” del bloque dominante, lo que puede motivar votos en su contra o empatías si hace un giro.

Y en tercero, para la narrativa: el público ahora observa cada gesto de Rocío Flores, cada declaración de Gloria Camila, cada movimiento de Albalá, con la lupa puesta. Ya no están en plano neutral. El concurso se vuelve más político, más estratégico, más humano.

¿Y ahora qué?

La semana siguiente al estallido se presentó intensa: las nominaciones se endurecieron, los apoyos se consolidaron. Rocío Flores celebró en sus stories que Gloria había sido salvada y agradeció a sus fans.

El resto del concurso se presenta como un tablero donde:

El bloque Rocío‑Gloria tiene ventaja de alianza.

Alejandro Albalá tiene que sobrevivir no solo a los retos físicos, sino al desgaste emocional y mediático.

Cada nominación, cada palabra, cada gesto puede inclinar la balanza.

El público no juzga únicamente lo que hacen en la playa, sino lo que dicen, lo que representan.

Y quizá lo más interesante: ¿cómo responderá Albalá? ¿Seguirá siendo objeto de la narrativa de víctima/traidor? ¿O logrará cambiar el rumbo, recobrar protagonismo, ganar simpatía? Y ¿cómo manejará Rocío Flores su papel de escudo y aliada, sin que esto le pase factura?