Había una tarde templada, con un cielo que amenazaba nubes aunque no lloviera, cuando algo cambió radicalmente el aire en el mundo mediático del corazón. Una chispa antigua encendió un fuego inesperado: Belén Esteban, célebre por su carácter y sus palabras sin filtro, dio la impresión de que estaba a punto de “explotar”. Y el detonante sería un nombre gigantesco: Fidel Albiac, que se volvió pálido, con una “corredera” moviéndose en rumores, impulsada porAntonio David Flores.

Este es el relato de cómo una tormenta vieja pareció hacerse corriente nueva, con voces acusadoras, silencios violentos y esa tensión que solo los conflictos del pasado pueden desatar.

La chispa en el ambiente

Belén Esteban no es alguien que se retire en silencio. Ha protagonizado mil discusiones, mil momentos de tensión, ha dicho cosas que otros callan. Pero esa tarde algo cambió: parecía no contenerse.

En el plató de Sálvame y en sus apariciones, Belén ha hablado sobre Rocío Carrasco, Rocío Flores, Fidel Albiac, siempre con fuego en la voz. En una ocasión, declaró que cuando vio a Fidel en la calle, ambos se vieron, pero no se saludaron; ella sintió que él “pasó de largo”.
Otro episodio: Belén afirmó que Rocío Flores “dio una bofetada con la mano abierta a Rocío Carrasco y a Fidel Albiac”, en un sentido simbólico de lealtad y silencio.

Con esas declaraciones, muchas veces Belén pone en el foco no solo a Rocío y Pedro, sino también al marido de Rociíto, Fidel. Es como si los bordes de esa tensión siempre rozaran su voz, su mirada, su presencia en platós.

Pero la tarde que relato no es solo otra más: algo explotó.

La “corredera” se desliza

La palabra “corredera” la uso como metáfora: un rumor que corre, una corriente subterránea que se extiende entre cámaras, entre pasillos, entre susurros de tertulias. Esa “corredera” hablaba de posibles filtraciones, de alianzas ocultas, de enfrentamientos silenciosos.

Antonio David Flores, siempre al acecho de retomar terreno mediático, parece adoptar esa “corredera” como herramienta. En días recientes, varias declaraciones vinculadas al trato entre Fidel y los hijastros, insinuaciones sobre sometimientos o distanciamientos, han circulado.

Por ejemplo, Rocío Flores llegó a amenazar públicamente: “Explicaré qué hacía Fidel Albiac con mi hermano David”. Esa frase encendió alarmas: no era solo un reproche, parecía promesa de revelar algo grave. Y en ese contexto, la “corredera” de rumores empezó a moverse con más fuerza: filtraciones inventadas, versiones parciales, testimonios ambiguos, todo dispuesto como munición para retomar el conflicto con fuerzas renovadas.

Fidel, pálido frente al viento

Imagínate a Fidel Albiac en ese escenario: esposo de Rociíto, hombre discreto, acostumbrado más al silencio que a la guerra mediática. Ver cómo su nombre aparece en el centro de acusaciones recientes, cómo su carácter y su conducta se cuestionan, tiene que provocar una palideza interior.

Esa “corredera” no solo lo acusa de cosas que quizás nunca hizo, sino que lo obliga a responder: defenderse, alzar la voz, controlar daños. Pero cuando el rumor se diluye entre opiniones y versiones enfrentadas, la defensa se complica.

En su rostro debió reflejarse el peso de ese fuego inesperado: que quienes lo vieron solo como un apoyo silencioso de Rociíto ahora lo contemplan como blanco. Y ante esa presión, cualquier paso en falso puede amplificar el ruido.

Belén, la explosión prevista

Belén Esteban no se quedó al margen. Su voz se vio confrontada con esos rumores; su cercanía con Rocío Flores —y su fidelidad hacia ella— la pone del lado de quien está en duelo. En sus intervenciones, Belén defendió a Rocío, criticó silencios de Rociíto y, sobre todo, exhibió su rechazo frente a lo que percibe como injusticias en la narrativa mediática.

Cuando los rumores sobre Fidel se intensificaban, Belén pareció acercarse al límite de la explosión: recriminaciones a quien “no habla”, reproches por dobleces, manifestaciones de que ella también sufre con ese fuego cruzado.

No fue una explosión literal —de gritos y gestos escandalosos— sino de tensión, de emociones contenidas que parecían a punto de reventar. Y ese estallido simbólico fue lo que avivó el viento de acusaciones.

Antonio David: el viento que impulsa la tormenta

Antonio David Flores no está quieto. Siempre ha usado las filtraciones, los rumores y las declaraciones escalonadas para ganar terreno mediático. En este nuevo episodio, adopta la “corredera” que él mismo ayudó a alimentar.

Ha insinuado durante años que Fidel no es tan inocente como parece, ha desplegado versiones que ponen en duda su relación con los hijos de Rociíto, ha permitido que esas versiones pasen a medios y tertulias. En cierta ocasión dijo que incluso pensó en “matar” a Fidel cuando el conflicto entre ambos estaba al rojo vivo, aunque agregó que no lo haría en la vida real.

Con esa carga, Antonio David se convierte en viento conductor: dirige la tormenta hacia Fidel, hacia Rociíto, hacia quienes discutan las versiones.

Y Belén, en medio de ese vendaval, no puede permanecer neutral. Su explosión se convierte en eco del conflicto, en reacción a la agresión simbólica que cree que sufren los suyos.

El desenlace abierto

La tarde quedó marcada, el viento se llevó palabras y dejó rastros visibles. Belén Esteban, Fidel Albiac, Antonio David Flores: figuras atrapadas en una historia que revive viejas heridas.

No sabemos si habrá pruebas: grabaciones, documentos, testigos. Lo que sí sabemos es que la “corredera” de rumores puede desgastar reputaciones, aunque carezca de sustancia.

Para Fidel, la tarea es doble: resguardar su dignidad, defender su nombre, replegar el fuego. Para Belén, es mantenerse firme frente a lo que considera injusticia. Y para Antonio David, es reactivar la guerra mediática con todas las armas posibles.

La tormenta pasó o quizá sigue, pero dejó un aire cargado. Quien escuche las historias verá sombras y acusaciones, sentimientos y reproches. Y tú, lector, tendrás que decidir: ¿cuál versión aceptas? ¿Quién te parece más dañado? ¿Quién tiene voz más verdadera?