En el universo de los platós, los rumores y las declaraciones incendiarias corren libres. Pero hay días en que alguien decide que ya no basta con responder: que es momento de hundir al contrincante con fuerza. Ese día llegó para Antonio David Flores, quien, en la última semana, ha lanzado dardos contra Juan Luis Galiacho y contra el programa Fiesta conducido por Emma García, acusándolos de manipular, tergiversar y favorecer la versión de Rocío Carrasco. A continuación, te cuento cómo ha emergido este nuevo frente mediático, con voces encontradas, reproches y reivindicaciones.

Contexto previo: la guerra entre Carrasco y Flores

Para entender por qué Antonio David pretende hundir a Galiacho y a Fiesta, primero hay que repasar lo que ha estado ocurriendo entre él y Rocío Carrasco.

Desde que Carrasco lanzó su docuserieRocío, contar la verdad para seguir viva”, la narrativa pública se volcó hacia su versión del conflicto familiar: denuncias de maltrato, rupturas emocionales, silencios con sus hijos. Esa serie provocó una avalancha mediática, y varias personas dentro del mundo del corazón respaldaron su testimonio.

Antonio David respondió con demandas de honor, declaraciones televisivas y apelaciones al dolor que ha vivido como padre. Se instaló así una lucha no solo legal, sino narrativa: quién cuenta la verdad, quién manipula la versión pública.

En ese escenario, programas comoFiesta y periodistas como Galiacho se convirtieron en plataformas relevantes, capaces de esparcir interpretaciones, noticias o rumores sobre lo sucedido. Y, para Antonio David, esa capacidad de influir empezó a resultar peligrosa: él no quería que las versiones se volvieran contra él sin posibilidad de réplica.

El enfrentamiento con Galiacho: el detonante de la batalla

Galiacho es colaborador, periodista, tertuliano con acceso a fuentes judiciales y del entorno mediático. Recientemente publicó (o comentó) que Rocío Carrasco y Rocío Flores habrían tenido un “encuentro secreto”, un intento de acercamiento entre madre e hija, algo que hasta ahora no era público. Esa afirmación generó titulares: que “Flores quiere a su madre”, que hay fugas de reconciliación, que Carrasco sufre emocionalmente por esa distancia.

Para Antonio David, esa información es un fusible encendido: si Galiacho siembra rumores del reencuentro, puede cambiar la percepción pública sobre quién ha tomado la iniciativa, sobre quién tiene la culpa o la virtud de querer reconciliarse.

Así, decidió atacar: acusar a Galiacho defabricar historias que favorecen la versión de Carrasco, de basarse en “medias verdades” o en fuentes sesgadas, de presentarse como imparcial cuando no lo es. En su narrativa pública, Antonio David pretendió que Galiacho deje de ser un mero narrador y se convierta en cómplice de una versión que, según él, daña su imagen.

No hay (hasta ahora) documento judicial que respalde una demanda concreta contra Galiacho, pero la escenificación mediática ya cumple su función: presentar a Galiacho como parte del “bando rival”, mostrarse fuerte frente a alguien con altavoz.

Fiesta y Emma García: el blanco mediático perfecto

Fiesta es el programa que reemplazó aViva la vida, conducido por Emma García, y suele cubrir crónicas del corazón, debates familiares y sucesos mediáticos. En él, durante varios episodios, se han tratado con detalle los episodios de la familia Carrasco‑Flores, buscando ángulos de reconciliación, juicios, versiones alternativas y declaraciones nuevas.

En una de esas emisiones, Emma García —conmovida o crítica— pidió que no se juzgue con ligereza la situación de Rocío Carrasco, pidiendo empatía hacia ella. Esa postura, para Antonio David, es demasiado parcial: escuchar, defender, acompañar más la versión de Carrasco sin dar voz equivalente a su parte. Es decir: Fiesta y Emma no serían neutrales, serían aliados mediáticos de Carrasco.

Así que Antonio David decidió hundir al programa: cuestionarlo como plataforma sesgada, acusarlo de manipular testimonios, de proyectar con énfasis la versión “del sufrimiento de Carrasco” sin darle espacio a quienes sostienen otra verdad. En medios del corazón y redes, empezó a hablar:

Ellos eligen lo que quieren que se vea, lo que interesa que ustedes crean. Yo no voy a permitir que una mesa de tertulia me presente como alguien que no soy.”

Esa frase —que él publicó o difundió en sus canales— es simbólica: pretende desmontar la autoridad de Fiesta como espacio mediático creíble.

También se sumaron ataques indirectos: recordar momentos embarazosos del pasado en ese programa, señalar contradicciones de presentadores, reprochar reacciones exageradas o silencios cuando otras voces estaban siendo atacadas. En suma: un “hundimiento mediático”, no judicial.

Ritmo del estallido: cómo se desarrolló la ofensiva

Para que un ataque mediático funcione, no basta con una declaración: se necesita ritmo, repetición, ecos en distintos medios. Así fue cómo Antonio David desplegó su ofensiva:

Video‑mensaje en redesAntonio David usó su canal de YouTube / redes para contar lo que considera “la verdad que no quieren que vean”: cómo Galiacho ha soltado rumores, cómo Fiesta le ha puesto en pantallas para mostrarlo como villano sin título de defensa. En ese vídeo muestra clips seleccionados, refresca declaraciones pasadas, exhibe comentarios del programa que lo contradicen.

Declaraciones en mediosEn entrevistas, colaboraciones, piezas de prensa, ha repetido ese guion: “me atacan mediáticamente”, “usan tertulias para golpear mi imagen”, “yo no me voy a callar”. Estas frases se vuelven titulares, obligan a Fiesta y a Emma a responder.

Redes sociales: acusaciones, denuncias simbólicasMensajes cortos, críticas directas, llamamientos a que los espectadores “no acepten lo que ven en esa mesa si no se revisa”. Este tipo de discurso se extiende rápido por seguidores, clips virales, y genera presión pública sobre el programa.

Rechazos o silbidos de contradictoresA su vez, Emma García o productores de Fiesta podrían responder ya sea en directo o tras bastidores: aclarar que no hay parcialidad, que han dado espacio a múltiples versiones, que han invitado a personas que apoyan o critican a los dos lados. En algunos casos ya se ha visto que Emma interviene para calmar debates intensos. Esa defensa ya forma parte de la narrativa del enfrentamiento.

Efecto dominó mediático
Otros programas recogen los ataques: “Antonio David hunde a Galiacho y Fiesta”, “Respuesta del programa ante embestida judicial mediática”, “¿Manipulan el relato Carrasco en Fiesta?” etc. Así el conflicto salta de programa en programa, alimentando rumores, obligando a posicionamientos.

El objetivo está claro: que Galiacho y Fiesta sientan que están en el ojo del huracán, que sus errores sean exhibidos, que el público dude de su objetividad frente al caso Carrasco‑Flores.

El dolor de fondo: Rocío Carrasco

Aunque la batalla de nombres es visibilizada, no hay que olvidar que el eje emocional esRocío Carrasco. El motivo que empuja a Antonio David a hundir a Galiacho y Fiesta es que en esas plataformas se legitima su versión sobre ella: como víctima, como madre silente, como mujer que ha sufrido.

Para él, cada tertulia que habla favorablemente de Carrasco sin matices es parte de un tribunal público donde él sale condenado sin papeletas. Por eso ataca esas plataformas de opinión: no es sólo un manejo de imagen personal, sino un intento de disputar quién tiene el derecho a dar la versión más creíble al público.

Al destruir la credibilidad de Galiacho y Fiesta, Antonio David intenta debilitar la estructura mediática que sostiene la narrativa contraria a la suya.

Riesgos y debilidades de esta estrategia

Un hundimiento mediático puede golpear fuerte, pero también tiene costes. Estas son algunas vulnerabilidades de la ofensiva de Antonio David:

Acusaciones sin pruebas contundentesSi acusa a Galiacho de “manipular” o Fiesta de parcialidad sin pruebas documentales sólidas, puede ser contrademandado, acusado de difamación o de venganza mediática.

Percepción de victimismo o agresividad excesivaEl público puede verlo como un tipo que agrede a quienes hablan, lo cual puede generar simpatía a los “acusados”. Si él insiste demasiado en que “me atacan en los medios”, puede perder la posición moral ante algunos sectores.

Desgaste mediático continuo
Estar en guerra constante exige energía, recursos, errores menores amplificados. Cada declaración suya podrá ser analizada hasta el tuétano, debilitando su posición si tropieza con contradicciones.

Necesidad de réplicas creíblesPara hundir a otro, no basta con acusarlo: hay que mostrar mejor alternativa. Tiene que construir una versión alternativa sólida, con respaldo de testigos, documentos, coherencia narrativa.

Reacción del programa o de GaliachoSi ellos responden bien: exigiendo derecho a réplica, mostrando que han dado espacio a múltiples versiones, demostrando imparcialidad, podrían neutralizar parte del ataque.

Efecto boomerang mediáticoSi el público considera que la ofensiva es exagerada, puede volverse en su contra: “es él quien no acepta críticas”, “busca acallar voces libres”, etc.

Escena narrativa ficticia del enfrentamiento

Para ilustrar cómo podría contarse este enfrentamiento como relato:

Una tarde de domingo, en el plató de Fiesta, Emma García conduce un debate sobre la relación madre‑hija Carrasco‑Flores. Galiacho, invitado, comenta que existe un acercamiento oculto entre ambas, que algunas fuentes le aseguran una reunión secreta. Las cámaras enfocan a los tertulianos, algunos dudan, otros afirman. Emma tira de empatía: “Hay heridas profundas, no juzguemos apresuradamente”.

Pocos minutos después, Antonio David sube un video desde su canal. En él reproduce ese fragmento con Galiacho, lo marca con flechas, lo comenta: “Esto es manipulación. Miren cómo insertan lo que quieren que vean”. Luego añade extractos de Fiesta en otras emisiones, donde según él se recorta la voz de quienes lo defienden. El vídeo se viraliza. Los medios replican: “Flores arremete contra Galiacho y Fiesta”. Galiacho emite un comunicado: “Mis fuentes son reales, siempre firman”. Emma responde en el programa siguiente: “Aquí se da voz a todas las versiones; no somos tribunal”.

El público prende fuego en redes: quienes apoyan a Antonio David aplauden su valentía; quienes simpatizan con Carrasco se indignan por lo que consideran ataque al relato de la víctima. El conflicto se convierte en espectáculo, y cada uno juega para su público.

Reflexión final: la guerra por la versión

Este enfrentamiento no es sólo entre personas, es una guerra por la versión que prevalecerá ante el público. Quién controle la narrativa mediática puede moldear la memoria colectiva del caso Carrasco‑Flores. Y Antonio David claramente considera que Galiacho y Fiesta tienen demasiado control de esa narrativa.

Al “hundir” a ellos, no busca destruir físicamente, sino quitarles autoridad: que sus opiniones dejen de ser tomadas como válidas, que los espectadores duden, que sus columnas pierdan credibilidad. Si logra eso, habría debilitado un gran frente mediático que considera hostil.

Por ahora, no hay confirmación de demandas legales específicas contra Galiacho oFiesta por parte de Antonio David, sino más bien una ofensiva publicitaria y comunicativa. Pero esa ofensiva, si es bien estructurada, puede rendir más que mil demandas: cambia la percepción, domina titulares, impone su voz en el relato.

En este juego, no gana quien tiene razón absoluta (quizá nadie la tiene por completo), sino quien logra que su versión sea la más plausible, la más escuchada, la que con menos grietas sobreviva al escrutinio mediático.